Director:
Julián Plana

Colaboradores:
Véase Página de Firmas

Producción:
Tarsis.net
La originalidad y la intención de Ortega no están en la primera parte de la frase, la anterior a la coma, sino en la posterior a esa coma.
De hecho, yo soy yo y mi circunstancia, que es una referencia al Ideen de Husserl, publicado meses antes (Ich bin ich und meine Umwelt), puede ser una sentencia disculpatoria: yo soy yo pero, claro, está también mi circunstancia...
Sin embargo, la frase completa de nuestro pensador nos obliga a la acción y nos hace responsables del resultado.
Libros especiales

Lecturas de este verano I

 

Los catalanes tenemos un extraño proverbio (que yo sepa, anónimo, pero en cualquier caso digno del mismo Leonardo, a mi humilde juicio):

Que el llegir no et façi perdre l’escriure.

Sí, que el leer no te impida, no te haga perder, olvidar, el escribir. Lo curioso es que puedes oírlo, por ejemplo, a un payés, referido a cualquier actividad del campo.

Pero, a pesar de los varios proyectos en el bastidor de la escritura, ha sido un verano copioso de lecturas.

Voy a anotar mis impresiones, porque siempre se piensa que pueden ayudar a alguien a contagiarse o confirmarse de ese punto de crítica que hace que la lectura sea más consciente y menos deslizante. Desconozco el placer del esquí o el patinaje, pero no los de la escalada y la espeleología elemental.

Empezaré por decir que, dado que el año próximo, 2015, es el cuarto centenario de la Segunda Parte del Quijote, mon amour, la he vuelto a disfrutar con el afecto y la siempre mayor precisión de la relectura. Quizá no tanto como hice el año 2004 con la Primera Parte, que es mi favorita con mucho. Entonces llegué a extractar una sinopsis, en la que se engarzaban los pasajes literales más prodigiosos, que fue objeto de lectura pública en la plaza del pueblo donde tengo la fortuna de vivir; amigas y amigos dieron voces al narrador y los distintos personajes.segunda-parte-quijote

Se dice que nunca segundas partes fueron buenas. No es aplicable al Quijote. Esta Segunda Parte es muy buena. Hay quien me dice que le parece mejor que la primera. Aun así me viene a la cabeza traicioneramente una frase de Eugenio D’Ors, refiriéndose a un pintor-secuela de Picasso, Gris, Braque; es decir, de los primeros cubistas: “Gino Severini es, sin duda, un pintor más agradable y,  probablemente, mejor dotado que el precursor Georges Braque. Pero de la ambición de Braque al acierto de Severini, ¡qué distancia, qué descenso!” (Arte de Entreguerras, Aguilar, sin fecha pero primera edición).

Cervantes escribe, siempre a mi humilde juicio, mucho mejor, más dueño de su pluma, esta segunda parte. Se recrea en el personaje Sancho, aún más de lo que en la primera parte con los secundarios; como mi favorita, Marcela. Porque don Alonso (don Quijote, según él) se da, en ambas partes, por definido en sí mismo. Es, como he dicho más de una vez, con peor o mejor acogida, un jugador de rol. No, desde luego, en sentido peyorativo sino en el genérico. Ha leído los libros de caballería y se ha personificado. Es lo que los antiguos romanos llamaban y la universidad internacional (lo que sobre todo los anglosajones rotulan la Academia) llama “persona”; basándose en que la palabra proviene de las máscaras teatrales romanas, que incorporaban un embudo interior para amplificar la voz, “per sonare”.

Don Quijote, como el Dios del antiguo testamento es el que es. Y hace lo que tiene que hacer, sin debate interior. ¡Feliz él! Sancho tiene que reinventarse a cada momento. Y sobre todo en esta Segunda Parte, en esta tercera  salida, segunda para él, en la que se ve incluso investido gobernador de una “ínsula”. Don Quijote sólo parece improvisar en Cataluña, con los bandoleros y en la playa y aguas de Barcelona, momentos muy interesantes en los que algo se despersonaliza y se diría que se atiene individualmente, no personalizadamente, a las circunstancias.

 

Sigamos:

Mi devoción por hidalgo y escudero del Campo de Montiel se vio recompensada por la oportunidad de leer dos novelas de absoluta excepción; casualmente, lo prometo, escritas por sendos amigos míos, de los que hay ya antecedentes en circunstancia.net.

 

Una luz en el infierno

Una de ellas, del escritor naturalista andaluz Alberto Boutellier, compañero mío de bachillerato (aquel bachillerato de ingreso, siete cursos y duro Examen de Estado;  en el que no se separaban ciencias y letras, como más que recordar proclamo siempre que tengo ocasión).master-portada-una-luz-web

El título es aparentemente redundante, o paradójico, como queráis. ¿Dónde puede haber más luz que en el infierno, donde el fuego intensísimo es el supuesto protagonista ambiental? Pues bien: el lector ve cómo el infierno puede ser, básicamente, oscuro, privado de la mínima claridad.

Se trata de las aventuras, auténticas, de un hombre víctima de los bandazos de una vida para la que estaba formidablemente preparado en la superficie, pero mucho menos en el fondo. Hasta que la experiencia, extendida a años de cárcel en Marruecos, le hunden y le obligan a bucear en ese fondo; y encontrar las fuerzas necesarias para abandonarlo y sobrevivirse al mirar hacia arriba y ver algo de luz.

Luego, sólo quedaba esperar pacientemente a ser liberado y quizá, porque no se puede saber, encontrar a Alberto Boutellier para ir contándoselo todo.

No me extraña, porque otra cosa sería rara, que se esté pensando en llevar esta magnífica novela al cine, dadas las muy diversas aventuras y las vívidas escenas marítimas, así como la fuerza de los hechos implicados. No será una película barata pero puede ser de gran éxito. E internacional, como otras del reciente cine español.

Pero, como no se puede confiar en verla suficientemente pronto, léanla. Que ya va por la segunda edición (a poco de salir la primera). Pídala por su ISBN: 978-84-617-1061-4

 

Serpiente trágica

Otra novela increíble, de despeñada lectura, es la última de José Rovira. No sé si decir que es una secuela o una continuación de aquella novela-río-escabroso, ya clásica para mí y sin duda sus demás lectores, que es La serpiente y el camino.Del Nokia 003 (2)

Pero es una asombrosa superación.

Un momento. ¿Por qué digo despeñada lectura? Vamos a ver: tuve que recurrir a adjetivar como escabroso el río de la modélica “novela-río” mencionada, por sus especiales características en las que la placidez de algunos tramos se precipitaba en rápidos, interrumpidos por otros más pronunciados aún y por asimismo inesperables placideces, pero llenas de rocas bajo la corriente y de bajíos asimismo peligrosos. Pues bien, en esta nueva Serpiente, novela más corta y ritmada, se mantiene la inesperabilidad que, de repente, se convierte en algo aún más, mucho más, inesperable. ¿Pueden creerlo?

Porque el último capítulo te deja literalmente temblando y lleno de lágrimas de intensísima emoción. Para aquellos que hemos pertenecido al espacio sensitivo de la religión católica (vamos: que hemos hecho la primera comunión) el súbito final es sobrecogedor y, a la vez, el único posible. ¡Dado lo que pasaba no podía pasar otra cosa! Y, sin embargo, jamás lo habríamos esperado.

Otra gran, magnífica, película si oviera bon señor, lo que se decía del Cid como bon vasallo. Es decir, si España dispusiera de un Ingmar Bergman.

(ISBN: 978-84-16007-98-1)

 

Vuelvo a estar impresionado, por el recuerdo de las tres novelas; de modo que seguiré otro día, diciendo algo sobre mis otras lecturas de este verano.

 

«Ciudad España»

 

escudo de Infantes

Hidalgo y escudero son  de allí, pero el Campo de Montiel es, en cualquier caso e independientemente del Quijote, un lugar de mi razonada predilección; y es que debiera ser más conocida la decisiva intervención de los Infantes de Aragón en la asimismo decisiva reconquista de La Mancha. Así el escudo de la ciudad de Infantes (ahora Villanueva de los Infantes, por un cambio de situación en busca de un asentamiento más adecuado) es quizá el primer escudo de España. Curiosamente, en él las barras tienen dos lugares, posiblemente uno por el Reino de Aragón mismo y el otro por aquellos Infantes.

 

Por cierto: para los que quizá no se atreven con el Quijote:

 

No pretendáis leerlo seguidito. No hay por qué. Cuando lo mandan en el colegio, para que se haga un comentario de texto que entregar pronto, están cometiendo, a mi humilde juicio:

  • Un quijoticidio, y quizá…
  • Un lectoricidio.

Es una receta que se está popularizando: probad con dos capítulos al día. Es probable que, en unas semanas, os sintáis no sólo más liberados de culpa, sino increíblemente mejor en prácticamente todos los sentidos.

Son capítulos breves y cada uno te dice algo que te das cuenta de que estabas necesitando que te dijeran.

Esto no perjudica otras lecturas, el estudio, el trabajo. Lo mejora todo. Es el bálsamo de Fierabrás, la poción mágica.

No queráis acabarlo pronto.

Dos capítulos, como si fueran píldoras de vitaminas.

Sed felices con el libro, más que con don Quijote, más que con Sancho… ¡Con todo!

Dos capítulos…

 

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