Director:
Julián Plana

Colaboradores:
Véase Página de Firmas

Producción:
Tarsis.net
La originalidad y la intención de Ortega no están en la primera parte de la frase, la anterior a la coma, sino en la posterior a esa coma.
De hecho, yo soy yo y mi circunstancia, que es una referencia al Ideen de Husserl, publicado meses antes (Ich bin ich und meine Umwelt), puede ser una sentencia disculpatoria: yo soy yo pero, claro, está también mi circunstancia...
Sin embargo, la frase completa de nuestro pensador nos obliga a la acción y nos hace responsables del resultado.
Serie

IMAGINAR EUROPA, I


Introducción y Primeros Años

No es preciso que lean esta introducción…

Porque es, simplemente, la pequeña historia de este texto, que primero fue conferencia, luego artículo en una revista científica y ahora, con algunas correcciones de puesta al día, serie en Circunstancia.net.

1. Como conferencia, inauguró el ciclo 85-86 de la AIPEC, Asociación Internacional para el Estudio del Consumo, el 22 de octubre de 1985. Se tituló entonces La Redefinición de Europa y la Tecnología de la Creatividad.

Los temas y conferenciantes del resto del ciclo, que tuvo lugar en el Salón de Actos del Banco de Bilbao, en Madrid, y estuvo dedicado a la integración de España en la –entonces– CEE, fueron: don Francisco Robert, Presidente de Nixdorf Computer España, La Informática como instrumento de agrupación europea; don Luis Ángel Lerena Guinea, Director del Servicio de Estudios del Banco de Bilbao, La Banca Española frente al Mercado Común; don Jesús Landa Garamendi, Secretario General de Babcock Wilcox Española, El Sector de Bienes de Equipo ante la integración en la Comunidad Económica Europea; don Fernando Falcó, Presidente del Real Automóvil Club de España, El conductor y la asistencia en carretera; don Ignacio Bayón Mariné, Presidente de Espasa Calpe, La Industria Cultural ante la CEE; don Modesto Piñeiro Ceballos, Director General de Piñeiro y Cia., Turismo por vía marítima; y don José Manuel Matéu de Ros, Presidente de Altos Hornos del Mediterráneo, La Calidad, una necesidad para la integración en Europa.

2. En marzo de 1999, su transcripción fue publicada en la revista de la Sociedad Española de Estudios de la Comunicación Iberoamericana, SEECI, decana de las revistas electrónicas universitarias españolas; editada por el Departamento CAP II de la Facultad de CC.II. de la U. Complutense de Madrid, la Facultad de Educación y Humanidades de la U. de la Frontera (Chile), CONCILIUM, Grupo de Investigación Oficial de la Universidad Complutense de Madrid, y la propia SEECI. El título siguió siendo el original y se añadieron, por los editores, los preliminares acostumbrados (el largo entrecomillado):

“La redefinición de Europa y la tecnología de la creatividad / Redefining Europe and the technology of creativity.

Julián Plana Pujol. Universidad Complutense de Madrid. Madrid (España). [email protected] Licenciado y doctorando en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Profesor honorífico y Director del Seminario de Creatividad Social en la UCM. Profesor Invitado en la Cátedra de Proyectos de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales (UPM).

Resumen. Europa puede ser entendida, como dijera Metternich de Italia, como una expresión geográfica o como una patria común de los europeos. Cuando se viaja por ella, se pueden percibir elementos de unión (y también, por qué no decirlo, de desunión) que deben prevalecer a la hora de construir el futuro de la Patria, convertida en tierra no “de los padres” sino de los hijos. La creatividad con sus amplias herramientas y recursos ha de ponerse al servicio de la inteligentzia para conseguir cementar las tendencias disgregadoras que acechan a este proyecto común, que en breve poseerá una moneda única.

Abstract. Europe can be understood, as Metternich said of Italy, as a geographical expression or a common European home. When traveling along it, you can perceive fasteners (and, why not to say, also of disunity) that should prevail when building the future of the Fatherland, land of parents and, above all, children. Creativity, with extensive tools and resources, has to be of service to the intelligentsia to get cement the divisive tendencies that threaten this joint project, which will soon possess a single currency. 

Palabras clave: Creatividad – Europa – Ideas – Cultura europea. Key words: Creativity Europe Ideas European Culture

3. Posteriormente, el autor se adhirió entusiásticamente al actual movimiento cultural en contra de lo llamado genéricamente sesquipedalia; es decir en contra de la tendencia a las palabras más largas de lo necesario. Especialmente “tecnología”, término que tiene su limitada misión para expresar la metatécnica, pero que es utilizada tranquilamente en vez de Técnica. Hay que dar gracias a Ron Hubbard que, al fundar la Cienciología, recuerdo perfectamente que no originalmente como religión, nos salvó del mismo abuso respecto a Ciencia.

Sin embargo, se ha permitido resignarse a la profusión de negritas, cursivas e iniciales mayúsculas, destinadas inicialmente a ayudarle a leer expresivamente la conferencia.

El título, pues, ha cambiado. También se han hecho correcciones mínimas, justificadas por los años y los acontecimientos.

Aquí sí empieza:

 

1. Bruselas, 1954. «Jusque l’ action!»

Durante el verano de 1954 llovió mucho en toda Europa o me lo pareció a mí. Lo digo porque la recorrí en gran parte, en una de las primeras vespas verdes; y con la única protección de una de aquellas “trincheras”, que quizás usted recuerde: se llamaban «comando», también eran verdes pero no precisamente muy impermeables.

Como estaba previsto, en agosto llegamos a Bruselas, aquellos tres jóvenes catalanes, y nos encaminamos al camping «Europa Unida», situado en una zona de viviendas unifamiliares con cuidados jardines-huertos, de la que acabó por ser dulcemente expulsado en 1967 por la irresistible y dulce presión del creciente valor del terreno.

No era, como ya sabíamos, un “camping” convencional, ni siquiera para aquellos años. Un mástil realmente muy alto ofrecía al viento la bandera de la E verde y la U blanca desde la que se desprendía en vertical un empavesado en el que se alineaban, en orden alfabético, pequeñas banderas de los países de los reunidos-acampados. No estaba ni tenían nuestra bandera; pero al día siguiente sí estaba allí, en su lugar entre las otras, confeccionada al amanecer por unas chicas que nos tuvieron que preguntar cómo era. Sin duda al amanecer, porque aquélla y todas las noches nos acostábamos muy tarde, después de horas alrededor de una fogata, si por casualidad no llovía, o en el abigarrado chalet, que todavía pude hacer conocer a mi mujer, trece años más tarde y pocos días antes de que se desmantelara para siempre. Era una construcción de madera atestada de recuerdos y obsequios; con unas butacas producto no exactamente de lo que llamamos bricolaje, sino de una especie de artesanía barroca y libre, inexplicablemente seguras y muy cómodas.

Por cierto, el 67 la bandera era ya la de las doce estrellas en circunferencia (cuya curiosa pequeña historia no me atrevo a desvelar aquí). La del fondo verde recortado en «E» por la «U» horizontal blanca se decía que eran los calzoncillos de Churchill puestos a secar sobre una pradera. Se hubiera dicho que ese mal chiste era todo el homenaje popular que merecía el político del cigarro puro y los dedos en V, por la Batalla de Inglaterra en el 40 y su famoso discurso de Septiembre del 46 en Zürich, instando a la integración europea.

¿En que idioma hablábamos? Quizá preferentemente en francés; algunos alemanes e ingleses y, sólo muy tímidamente nosotros, utilizábamos el latín; también el inglés… ¡Todos! Es curioso pero no recuerdo que se sintiera la necesidad de una lengua común, ni esto era tema de conversación. Nos entendíamos. Tampoco recuerdo, y creo que nunca supe, las ideas políticas, con siglas, de los demás. Ni ellos, las nuestras. Europa, Europa, nos parecía una buena idea.

En Bruselas era la Grande Kermesse y pasábamos a veces parte de la tarde en el brillantísimo y enorme recinto de las atracciones, pero invariablemente nos amanecía imaginando Europa. Por ejemplo, manteníamos discusiones densísimas incluso sobre la futura sede de la capital: Hamburgo o Lübeck, Estrasburgo, Viena, sobre todo Praga… Nosotros proponíamos Lisboa, proyectando nuestra vieja idea federalista y periférica (y nuestra frustración y nuestras especulaciones de historia-ficción sobre una España renacentista con Lisboa como capital).

El día que seguimos viaje llovía masivamente, pero nos esperaban, en Amsterdam y Otterloo, Vermeer, Rembrand, Van Gogh, Mondrian,.. Salieron todos de sus tiendas para ayudarnos y despedirnos. Nunca podré olvidar a un alemán altísimo y fornido, el tamaño de cuyas botas era una de nuestras admiraciones por él, vestido sólo con una especie de poncho de hule y aquellas botas, con el cabello chorreándole sobre los ojos, que mientras nos alejábamos agitaba su gran mano y gritaba en su francés bárbaro: «Jusque l’action!”, «¡Hasta la acción!».

«Nacionalismo europeo”, sí. Todo nacionalismo es una adolescencia. Nacionalismo integrador, de formación.

Los corazones debían hacer humear nuestras ropas mojadas, mientras con el rostro brillante de lágrimas y de lluvia nos encaminábamos a Holanda, otro pequeño país de nuestra gran nación.

2. Los primeros años

Siguieron los años cincuenta. Budapest. Llegaron aquellos sesenta. Praga.

Budapest, 1956

El 67 fue el año de “El desafío americano” de Servan-Schreiber y el año antes del Mayo; de «el poder de la imaginación» a «la imaginación al poder”. Cuando el miedo se estaba apoderando nuevamente de la Europa entre los dos gigantes, y todos pedíamos de una u otra forma imaginación, aun antes de notar llegar a los japoneses (y los chinos, más tarde).

Carteles de mayo del 68 en París

La «crisis del petróleo»; la crisis, en definitiva, acabados los «milagros». Entre tanto, el Muro, la OTAN y el Pacto de Varsovia, «Occidente» (que nosotros creíamos que era un mito sólo «aquí y entonces»).

Praga, 1968

Nos consolábamos pensando que también la Revolución necesitó medio siglo de Enciclopedia; o que en la biografía de André Citroën se cuenta que un día estaba enseñando su fábrica a un grupo de visitantes y uno le preguntó en cuánto tiempo se ensamblaba un coche; Citroën respondió que habían llegado a terminar uno en 23 minutos y se oyó una voz en el grupo que decía «ése debe ser el mío, porque…».

Pero lo cierto es que Europa no cesaba de acercarse, desde los últimos cuarenta.

Salvador de Madariaga e Indalecio Prieto nos representaron (lo doloroso fue que ambos eran —se decía así; ni siquiera el provisional “estaban”— exiliados) en la formación del Consejo de Europa.

El 50, Robert Schumann había presentado el plan germano-francés «abierto a los otros países europeos y en asociación con las Naciones Unidas», que iniciaba la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Cinco años nada más después del fin de la Guerra, nada menos que el carbón y el acero, y Francia y Alemania. De morir por el Ruhr, ¡a vivir, a convivir en Europa!

Pero la Asamblea Francesa, a cuya cercanía habíamos acudido aquel verano del 54 para saludar la paz en Indochina (desgraciadamente para nuestras espaldas al mismo tiempo que otros grupos con otras intenciones, motos más potentes y unas cadenas) había rechazado el proyecto de una Comunidad “política”. Por lo que el genio, los genes europeos tuvieron que afirmarse en el flanco económico. El 25 de marzo de 1957, en Roma, se firma la Comunidad Económica Europea; el 58, la CECA resiste un fuerte momento crítico…

En cualquier caso, se había «despegado» y cada vez más uníamos nuestras miradas en el mismo sector, aun impreciso, del horizonte.

Es preciso, pues, rendir homenaje a la llamada «Europa de los Mercaderes».

Además, donde no hay beneficios parece haber «maleficios» y me temo que donde no existe la competencia florece la incompetencia. Lo que no quiere decir que éste sea un continente de toneladas de mantequilla sino la nación de unos millones de seres humanos que, por otra parte, consumimos cada vez menos mantequilla.

JP

 

(Continuará)

 

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